Fuente Original: http://www.guardian.co.uk/books/2012/jun/16/william-boyd-short-story-keane?CMP=twt_gu
Publicado originalmente el día: Sabado 16 de Junio
Traduccion: Atlanticism @facethenight
El Sovereign Light Café
Bethany Mellmoth corre dentro de
la estación Victoria tratando de no parecer tan perturbada pero probablemente fracasando,
piensa. Ella mira atrás, preguntándose si de alguna manera Demerson se las ha arreglado para seguirla, pero no puede
ver a nadie en la apretada multitud de
pasajeros presurosos. Sus ojos miran
rápidamente al horario de salidas buscando destinos. Trenes que están por salir
a diferentes lugares. Ella mira: Hastings. Sale en tres minutos. Battle en Hastings.
Guerra. 1066. La flecha en el ojo. Eso es para mí. Compra un boleto para el
tren. Corre a la plataforma.
Ella había venido a casa, muy a su pesar, a preparar la despedida
de soltera de su mamá. ¿Por qué una mujer de cincuenta y tres años quería una
despedida de soltera dado que su primer
matrimonio (el matrimonio que produjo a Bethany) se había vuelto un miserable y
cruel accidente? Toco el timbre y Demerson abrió. Demerson, 35 años,
elegante y exageradamente perfumado en una ropa de baño, su próximo padrastro.
"Hola, Bethany," dijo. "Tu mama salió."
En el tren a Hastings, Bethany
paga por un boleto sencillo hasta el final del camino a Hastings. £32 libras – diablos.
Le quedan £4 y algo de cambio. Y sin teléfono. ¿Cómo pudo haber salido sin su
teléfono? ¿Cómo iba a funcionar – a vivir? No importa, se dice a sí misma,
estas a salvo, eso es lo principal. Demerson no puede seguirte. Nunca podría
saber que tomaste un tren Hastings.
Bethany fue a su habitación y
miro sus vestidos colgando en su armario. Escogió el rojo – el Coco Fennell – y lo puso sobre su cama. Ahora que tenía su
propio apartamento ella debería llevarse sus cosas – especialmente ahora que
Demerson estaría viviendo aquí en el futuro–, en la ‘casa familiar’. A ella le
agradaba Demerson – el era amigable, alegre –pero deseó que su madre no se
casara con él. Sin embargo, se dijo firmemente a sí misma, no era su vida – era
la vida de su madre. Ella tenía su propio camino que recorrer y el nido tenía
que ser dejado de una vez por todas – tenía 23 años, por Dios santo. Tenía que dejar de venir a casa.
Tal vez este matrimonio era una especie de bendición – la conduciría lejos – haciéndola de verdad independiente,
finalmente. Se quito la ropa y se probó el vestido rojo. Se veía bien. Maldito
cierre. Como te atreves a…– Demerson entro a su habitación sin tocar. ‘’ No te
preocupes Bethany, yo te ayudo a subirlo. Qué bonito vestido. Sexy. ’’
Después de Haywards Heath, yendo
al sureste, los nombres se vuelven extraños, como si estuviera entrando a un
país extranjero. Este tren parece detenerse en cada estación, piensa. Plumpton,
Lewes, Polegate, Pevensey y Westham, Cooden Beach. Es como si hubiera caído en
el agujero de un conejo y llegado a esta bizarra Inglaterra de juguete, se dice
a sí misma. Ella reposa su frente en la ventana fría y mira afuera el paisaje
del atardecer. Intenta no llorar.
Demerson subió su cierre y antes
que ella pudiera decir ‘’Gracias’ él
tocaba sus pechos abrazándola desde atrás, empujándola hacia él. ‘’ Me gustas
mucho, Bethany, ’’ murmuro en su oído, y le beso el cuello. Bethany pensó: Este
es mi futuro padrastro. ‘’Eres hermosa, muy atractiva, Bethany, ’’ dijo,
acariciando su cabello mientras ella luchaba, gritando su nombre, diciendo, ‘’
¡Vete al diablo, Demerson!’’
El tren se detiene de nuevo,
pareciera que solo ha avanzado doscientos metros desde la última estación. Ella mira el anuncio, borrosamente, a través
de sus lágrimas: BEXHILL–ON–SEA. Ella piensa inmediatamente – aquí me bajo.
Este es el lugar para mí. De repente, ella se siente segura.
En su lucha, Bethany consiguió
liberar su brazo derecho e instintivamente, giro repentinamente su codo y golpeo a Demerson al lado de la cara. El cayo
de repente como si hubiera sido baleado, gritando, maldiciendo en voz alta.
Ella retrocedió. El estaba sobre sus manos y sus rodillas, moviendo la cabeza.
A ella le dolía su codo – debió haberle pegado en la nuca, pensó, en un
instante de razón. Golpe directo. Ella lo vio desplomarse, luego incorporarse en
sí mismo. El trato de pararse pero ella ya estaba fuera de la habitación,
cerrando la puerta detrás de ella. Al fondo de las escaleras, ella se dio
cuenta que había dejado su bolso, su teléfono y su cartera en su
habitación. Abrió de golpe el cajón de
la mesa en el pasillo donde su mamá dejaba el dinero para la señora de la
limpieza. Tomo algunos billetes y algunas monedas. Agarro su abrigo, escucho la
puerta abrirse y a Demerson salir. El gritaba mientras bajaba ‘’ ¡Te atrapare, Bethany! ¡Te encontrare! ’’
Entonces ella se fue. Afuera, por el camino Hollywood, corriendo a la estación
del metro en Fulham Broadway. Sin mirar atrás.
Bethany sale de la estación
Bexhill–on–Sea y camina hacia Eversley Road, instintivamente yendo hacia la
costa, el mar. Pasa por una cabina
telefónica y recuerda lo que ha pasado. Su madre y sus amigos se encontraran en
un karaoke–bar en Putney. Bebidas, bocadillos, canciones. Ella entra en la
cabina, marca el número del celular de su madre apretando la preciosa moneda de una libra…
‘’Soy Alannah Mellmoth. Por favor deja un mensaje después del tono. ’’
Ella piensa rápido. ‘’ En verdad, en verdad, lo siento mamá, no puedo llegar
esta noche…’’ improvisa. ‘’Sholto está enfermo. Tengo que llevarlo al hospital,
Te llamo después. Te quiero. ’’ Bip–bip–bip, Sholto es su amigo más antiguo– el
hará lo que sea que ella le diga, apoyarla incondicionalmente. Ella cuelga. No es el momento para contarle a
su madre sobre su futuro esposo.
Mientras se apresuraba a Fulham Broadway seguía
pensando que podía oír pasos corriendo detrás de ella. ¿Acaso Demerson pudo
haberla seguido tan rápido? Seguramente no. Se detuvo y miro hacia atrás – ¿era
él? – corrió a la estación y fue al final de la plataforma. Sin señal. Un tren
llego pero ella espero hasta el último momento, agachándose entre las puertas
automáticas mientras estas se cerraban. No – debió haberla perdido.
Bethany se levanta al final de Albany Road y mira
con algo de asombro al De La Warr Pavilion. ¿Qué hace este gigante y
extraordinario edificio en esta modesta costa? Es como una nave espacial gigante al estilo
Art–Deco que ha aterrizado – como en esa
película ¿Cómo se llamaba? ¿Alíen? No. Si, Alíen, la primera. Ella entra y
encuentra los baños para damas afuera del recibidor. En una caseta ella se
sienta sobre el retrete y deja que las lágrimas corran, en silencio, sus
hombros le tiemblan. Se tranquiliza a sí misma. Está a salvo – no necesita hacer nada. No pienses, niña,
no pienses, se dice a sí misma. Simplemente dejar pasar la vida por una hora.
Ella revisa su dinero. 3.77 libras. Tiene hambre. Merodea en el recibidor por
un rato y entra en una tienda, fingiendo mirar postales y la mercancía. Levanta
un folleto gratis: ‘’La guía oficial de Bexhill–on–Sea. Cuna del Automovilismo
Británico. ’’ Lo desliza en su bolsillo
y camina hacia la avenida.
Bethany se acerca al West Parade, la playa
empedrada y el mar tranquilo y gris a su izquierda, la luz en el cielo comienza
a desvanecerse cuando la noche se acerca. Ella imagina a su madre en el karaoke–
será la primera, cantando, ’’I can’t get no —satisfaction’’. Bethany sonríe,
muy a su pesar: su madre piensa que tiene una gran voz – que no es cierto– y
afirma siempre que Bethany heredo su talento como cantante. En una
ocasión, cuando Bethany le dijo que iba
a unirse a una banda como vocalista– una banda techno–folk, lo cual sucedió –
ella pudo ver un claro brillo verde de celos en los ojos de su mama. Ella
intenta dejar de pensar en su madre. ¿Cómo es que le va a contar sobre
Demerson? ¿Cuál es la mejor estrategia en esta situación? ‘’Mamá, por cierto,
tu futuro esposo trato de cogerme’’. Bethany siente el enojo en su boca. Se
acaricia su codo amoratado. Ella espera
que la cabeza de Demerson este adolorida, palpitando y con moretones– tal vez
le dejó un ojo negro. Bien. Ella tienta en su bolsillo, sin pensarlo mucho
buscando sus cigarrillos. No están. En el bolso en su habitación. Necesita un
cigarrillo – con urgencia.
El Sovereign Light Café, lee. Una pequeña cafetería con forma de caja de madera
en la avenida Parade con unas pocas sillas y mesas de aluminio afuera. Bethany
camina alrededor y mira fijamente hacia adentro. Muros de madera pintados de
amarillo claro con persianas purpura, dos o tres clientes encogidos sobre sus
tazas de té. Ella tiembla – está oscureciendo y las ventanas del Sovereign
Light Café brillan con una cálida luz sobrenatural en la penumbra que avanza.
Demerson nunca la miraba de manera directa– esa es
la manera en que los hombres te miran cuando piensan que no sabes lo que están
pensando pero lo sabes. No había nada en su comportamiento hacia ella que la
hiciera sospechar o que hiciera incomoda
su compañía. Un hombre rollizo, muy bien
parecido que tenía un negocio de limpieza de ventanas– así su madre lo conoció.
El y su equipo limpiaron las ventanas del piso de oficinas donde estaba la de
ella. Bethany pensó que era tan solo otra aventura – su madre se sentía atraída
por hombres extranjeros– pero se equivocaba, era algo más serio esta vez.
Cualquier nacionalidad era buena para su madre – no era quisquillosa – en tanto
el hombre no fuera ingles. Ella tuvo un novio griego, uno ghanés, uno croata, y
dos españoles.Bethany imaginaba que era una manera subconsciente de regresar a
su ex–esposo ingles – o de desgastar sus recuerdos de él con todos esos hombres
extranjeros, muy diferente.
Bethany vaga alrededor del Sovereign Light Café –
tal vez esa es la respuesta – debería llamar a su padre, saber que sugiere.
Pero su padre está en Los Ángeles y ella no tiene celular y nada
más que £3.77 en su bolsillo. Ella se
detiene frente a un pizarrón y mira la lista de emparedados en oferta. Mostaza
y jamón. Huevo con mayonesa. Arándanos con queso Brie. Queso. Palitos de
cangrejo a la mayonesa. Pan blanco o integral. Ella siente la saliva chorreando
en su boca y entra. Hay un tipo joven limpiando con un trapo el área de
servicio. ‘’Ya vamos a cerrar’’ dice, sin mirarla. Maleducado, piensa Bethany.
‘’Una taza de té para llevar y un Kit–Kat, ’’ dice. Ahora él la mira y ella puede
ver un creciente interés. Ella se da
cuenta que debe verse algo exótica en su abrigo negro y su vestido rojo aquí en
el West Parade en Bexhill–on–Sea. El es
moreno, este tipo – delgado, casi consumido – se ve muy cansado, sus ojos
ensombrecidos. No se ha afeitado por algunos días. Le sirve su té y le pasa su
Kit–Kat con una nueva sonrisa amigable. Ella le paga. Ahora tiene menos de dos
libras. ‘Hora de cerrar, caballeros, ’’ dice él a los clientes. Tiene un ligero
acento en su voz. El viste pantalones de chef a cuadros y suecos con su
sudadera. Esa es la apariencia, ella observa, la apariencia de un chef agotado.
Muchas drogas, piensa ella, cuando pasa junto a él, diciendo. ‘’Buenas noches. Adiós’
Bethany bebe a sorbos su té caliente de su vaso
desechable y camina cerca del Sovereign Light Café. El tipo joven baja las
persianas y las luces se apagan. En la parte trasera hay una silla de aluminio destrozada
cerca de un contenedor. Bethany se sienta en la silla –es inestable, pero se
sostiene. Ella sube el cuello de su abrigo y se come su chocolate. Casi se
siente normal – aparte de la briza del mar el aire de finales de primavera es
suave. Toma un gran trago de té caliente. Mira hacia el océano y, en la oscura
línea donde el agua se encuentra con el cielo en el horizonte, ella ve un
poderoso destello de luz– muchas millas a lo lejos. La puerta trasera se abre y
el chef sale. Él la mira. ’’ ¿Que estás haciendo ahí?’’ le dice, cerrando la
puerta detrás de él. El viste una chamarra gruesa con capucha de piel, vaqueros
y tenis, se cambió el equipo de chef, carga una bolsa de plástico que sin
dudarlo contiene sus suecos y sus pantalones a cuadros. ‘’ ¿No hay ninguna ley
contra sentarse en una silla, o si?’’ dice Bethany, algo agresiva. El se encoge
de hombros y hurga en su bolsillo, saca un paquete de diez cigarrillos. ‘’¿Me
das uno?’’ pregunta Bethany. ‘’Por
favor. Lo agradecería mucho. ’’ El enciende su cigarrillo y después el suyo.
"¿De dónde vienes?” dice él. Bethany decide contarle. ‘’Me escape de
Londres, ’’ dice ella. ‘’Un hombre me ataco – estoy algo así como
escondiéndome. ‘’ El chef la mira de
cerca. ‘’Odio Londres,’’ dice, simplemente, como si eso cubriera cada posible
situación incómoda, como si eso explicara todo. El se recarga en la pared del
café. ‘’ Si, trabaje ahí por un tiempo, ’’ le sonríe. ‘’No me gusta, querida.
Prefiero estar al lado de la playa, en serio. ’’ La sonrisa le hace ver
diferente por un momento, todo el cansancio se fue. El tiene los dientes
blancos y parejos – Bethany observa: le gusta eso en un hombre. ‘’ ¿Es este tu
café?’’ pregunta Bethany. ‘’No – solo
por hoy’’ contesta. ‘’Alguien se enfermo. Estoy en una agencia. Trabajo aquí –
trabajo allá. Me viene bien.’’ El frunce
el ceño como si estuviera pensando en algo. ‘’ Aunque, no me importaría ser
dueño de una de estas cafeterías’’ dice.
‘’ Hacer una fortuna en el verano, descansar todo
el invierno. La buena vida.’’ Bethany piensa: él tiene razón – tu vida sería
muy simple. Aquí frente a Bexhill–on–Sea, trabajando duro la mitad del año,
viajando la otra, haciendo las cosas que quieras hacer sabiendo que regresaras,
dinero que ganar, seguridad… ¿Cómo te llamas? Pregunta ella. ‘’Carl,’’ le
contesta. ‘’¿Carl que’’? Él la mira,
sospechosamente. ‘’ ¿Por qué quieres
saber?’’ Bethany apaga su cigarrillo pisándolo
bajo su zapato. ‘’Me gusta saber el nombre completo de las personas,’’
contesta. ‘’Las diferencia’’. ‘’ Carl Trueman’’ le dice, con un poco de tos.
Bethany Trueman, piensa Bethany e inmediatamente se enoja consigo misma – tiene
que dejar de hacer eso, es ridículo.
‘’Bethany Mellmoth’’ se dice. Carl Trueman extiende su mano y se
saludan, ella encuentra este gesto formal extrañamente tranquilizador. ‘’ Bien,
me tengo que ir, ’’ él dice. ‘’Tengo un turno en la mañana, adiós. ’’ El da dos
pasos y luego gira. ‘’¿Te vas a quedar aquí toda la noche?’’ ‘’Tal vez,’’ dice
Bethany. El se quita la chamarra y se la entrega. ‘’Entonces, necesitaras esto’’
Bethany se pone de pie sorprendida. ‘Quedan dos cigarrillos en la caja.
Regrésamela por la mañana. Seafront Brasserie sobre la avenida De La Warr.’’ Le señala. ‘’Más o
menos una milla por ahí, te preparare algo para desayunar. ’’ Bethany no sabe
que decir mientras toma la chamarra. ‘’ ¿Tienes un teléfono? Pregunta ella. ‘’ Solo necesito enviar un
texto. ’’ El le alcanza su teléfono y le escribe a su madre: NO TE CASES CON
DEMERSON.PELIGROSO.TE EXPLICO LUEGO.BETHANY. BESOS. Le regresa su teléfono a
Carl. ‘’Te veo mañana, ’’ dice ella. ‘’Gracias. ’’ El se aleja. ‘’Mantente caliente, Bethany, ’’ le dice, sobre su
hombro. Mientras él se va caminando,
Bethany ve el destello en el mar. ‘’ ¿Qué es ese destello en el horizonte?’’
ella le grita. ‘’Eso es Sovereign Light, ’’ le contesta. ‘’La plataforma
gigante del faro. De ahí el café tomo su nombre. ’’
Bethany esta sorprendentemente cálida en la chamarra de Carl Trueman con el
gorro puesto. Ella recarga la silla contra el contenedor de esta manera ella puede descansar su cabeza
contra él y abrazar sus rodillas con su cuerpo. La orilla de piel de la capucha
enmarca la mancha oscura de mar y cielo que encierran al faro Sovereign Light y
ella cuenta los constantes destellos, deteniéndose después de cien, tratando de
recordar el nombre de aquel libro donde había un faro – un faro verde, recuerda
– que tiene algún simbolismo relacionado con él. Esperanza – símbolo de esperanza. Tal vez el Sovereign
Light podría ser su símbolo de esperanza, piensa vagamente, decide quedarse
despierta hasta el amanecer, hurgando en
su bolsillo para pescar uno de los dos cigarrillos que quedan de Carl. Puede
que ella tenga un aspecto tan cansado como el de él.
Bethany se despierta al amanecer con el sonido de
un perro ladrando. Ella se mueve ligeramente, acalambrada, y se da cuenta que
una mano se le ha dormido. Masajea la sangre de vuelta, se para y corre por el
lugar por un rato, dándose cuenta de que necesita ir al baño urgentemente. Hay
un hombre en la playa con un perro pequeño y un detector de metales, agitándolo
suavemente sobre las piedras. De un lado al otro. ’’ ¡Buenos días!’’ el grita.
‘’Buenos días,’’ ella contesta, sin pensarlo mucho, como si fuera la cosa más
normal pasar la noche durmiendo en una silla de aluminio con una chamarra
prestada afuera de un café en el West Parade en Bexhill–on–Sea. Si, piensa
ella, y se encamina hacia el este, por la avenida, en dirección al Seafront
Brasserie donde Carl estaría sirviendo el primer desayuno del día. Mataría por
algo de tocino con huevos.
Carl Trueman. Buen nombre, piensa – como el
Sovereign Light Café. Ella sigue caminando, con más energía ahora, el mar
plateado a su derecha, los primeros rayos de sol de la mañana golpeando las
perfectas curvas hemisféricas de los cristales de la escalera del De La Warr
Pavilion, dejando brillo de estrellas y deslumbro bailando en sus ojos, y por
alguna razón se siente extrañamente segura que todo estará bien, ahora – ahora
que está en Bexhill–on–Sea, Cuna del Automovilismo Británico, encaminándose por
un desayuno servido por su nuevo amigo Carl Trueman – y que todos su problemas
se resolverán, de una manera u otra, eventualmente.